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lunes, 12 de septiembre de 2011

Falencias en la formación

Por Karina L. Angeletti y Pablo Lavarello

La reformulación del Plan de Estudios de la carrera Licenciatura en Economía en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata propuesta por parte de las autoridades del Departamento de Economía deja una vez más postergado el debate respecto de cuál debiera ser la formación de los economistas en un país como el nuestro. En los últimos treinta años esta facultad ha estado sesgada hacia una formación según la cual se busca explicar cómo es posible alcanzar el máximo bienestar de la sociedad a partir de una concepción utópica de mercado. Cualquier desviación que exista entre esa concepción utópica y el funcionamiento real de los mercados es considerada una “distorsión” que debe corregirse mediante la apertura, desregulación y liberalización de la economía. Sólo en aquellos casos puntuales en que existan “fallas de mercado” (ejemplo: la presencia de bienes públicos) se justificaría algún tipo de política.
La propuesta de reforma que plantean las autoridades de la Facultad consolida esta visión, transformando en opcionales a las pocas materias aún existentes que permitirían explicar los problemas económicos desde otras perspectivas. Asimismo, se elimina Sociología como materia, se reduce a un solo curso obligatorio la historia económica y se envía a cursar a la Facultad de Humanidades a aquellos estudiantes que consideren necesario ampliar la temática. Al mismo tiempo que se reducen estos contenidos, se busca interpretar los conflictos reforzando la formación en Teoría de los Juegos. Si bien se mantiene una fuerte formación en herramientas econométricas y matemáticas, las falencias en una formación teórica crítica desperdician su potencial para plantearse interrogantes y contrastar hipótesis. La formación del graduado pierde densidad teórica y se vuelve ahistórica y asocial, profundizando las falencias que el plan vigente posee.
La preeminencia de esta visión, que denominamos Teoría Económica Estándar (TEE), lleva a una suerte de esquizofrenia en la formación del economista. Esta visión no sólo impide interpretar las crisis internacionales sino que muchas veces se encuentra en su origen. Tampoco permite explicar cómo un país como la Argentina que no sigue sus recomendaciones logró minimizar los efectos de la crisis internacional en el año 2009 y mantener nueve años de crecimiento iniciado en 2003. Mucho menos logra identificar los posibles límites estructurales, como la limitada diversificación y la persistente heterogeneidad de la estructura productiva, que pueden atentar contra la sustentabilidad de dicho sendero. Problemas estructurales que reaparecen en el debate económico y que constituyen el síntoma de una nueva realidad a la cual una universidad debe responder con cabeza propia.
Creemos que es necesario avanzar hacia una verdadera reformulación de los Planes de Estudio introduciendo una orientación que denominamos Teoría Estructural del Desarrollo (TED), que busca ir más allá de un conjunto acotado de contenidos heterodoxos, permitiendo también la incorporación a la planta docente de profesores con formaciones diferentes a la dominante. Para ello proponemos un tronco común de tres años y dos orientaciones para los dos últimos años, una en TEE y otra en TED, cada una con una coherencia propia. Ambas orientaciones compartirían varios cursos, posibilitando el debate entre ambas.
Es de destacar que en nuestra región ya existen desde los años ‘50 un conjunto coherente de aportes que buscaron explicar los problemas estructurales que plantea todo proceso de desarrollo en un país periférico. Es el caso de los trabajos de los pioneros del desarrollo como Prebisch, Furtado, Hirschmann, Pinto, entre otros. En esta orientación, se incorporan los aportes de los poskeynesianos, regulacionistas, institucionalistas y evolucionistas, entre otros, que permiten introducir las dinámicas de cambio estructural, acumulación de capital y los comportamientos en desequilibrio en los fundamentos mismos de la formación del economista.
Entendemos que es imprescindible avanzar en esta dirección a fin de recuperar una formación del economista, cualquiera sea su ámbito de inserción laboral, que le permita contribuir al desarrollo de nuestros países y nuestros pueblos, alejándose para siempre de la aplicación irreflexiva de recomendaciones de política que desconocen especificidades históricas y estructurales de la región.


Nota publicada en Página/12  (Cátedras Nacionales y Populares, FCE-UNLP agradece a Tomás Lukin)

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